AFTER WE MAKE LOVE - Capítulo 5: A VERY PERSONAL WINTER SONATA

 


Aquel día amaneció nublado.

En la televisión las noticias hablaban de que en cualquier momento podía comenzar a caer nieve. Paolo estaba muy emocionado porque sería la primera vez que vería nevar, ya que, si bien en Canadá había conocido la nieve, el hecho de ver nevar le era desconocido y fascinante. Le parecía sorprendente como en un periodo de 5 días habían pasado de 23 grados a -15 y la temperatura seguía bajando drásticamente. Para los coreanos era un invierno como cualquier otro, pero no para él.

Se levantó de la cama, sacó aquella chamarra para nieve de pluma de ganso que compró en IFC Shopping Mall y salió corriendo a la Universidad; hizo una pequeña parada en el 7Eleven para llenar su termo con chocolate blanco de avellanas con vainilla y continuó su camino. Llegó al colegio.

 

El semestre había terminado y esa semana era la última de clases, pues las vacaciones de invierno iniciaban ése viernes, eso significaba que esa sería la última semana de clases en la HUFS y… tal vez, el último día que compartiría junto a Lai.

 

Los días para regresar a México ya estaban contados.

 

Paolo entró al salón y ahí estaba Lai sentado, en la misma banca de siempre, con su sonrisa de sol, levantando la mano en señal de “¡hey, aquí!”, como aquel día cuando todo comenzó. Paolo se sentó a su lado, mirándolo, quietecito, preguntándose si ése momento sería el final de todo. -“damn…!”-; pensaba, -…hubiera planeado algo lindo para hacer este momento especial, no sé si éste es el último momento en el que lo pueda ver-, y lo seguía contemplando; escaneando cada centímetro de su piel como si fueran pixeles de una fotografía que quisiera almacenar en su memoria para siempre, archivo donde nadie más tuviera acceso más que él. La nostalgia invadía su cuerpo detrás de una sonrisa fingida que aparentaba un “no pasa nada”. Después de entregar las calificaciones, Lai invitó a Paolo a salir juntos del salón, -let’s smoke a cigarrete…- y salieron del salón, pero esta vez sin tomar la mano del mexicano. Bajaron las escaleras separados, parecían dos imanes de frente a la misma polarización, rechazándose naturalmente y, aquel pensamiento que Paolo tenía de hacer ése día algo especial, quedó oculto detrás de aquel dolor en el pecho que llegaba hasta sus pensamientos y decía “what’s going on?”, de la misma manera como aquel día las nubes grises bloquearon al sol.

Dieron dos pasos afuera del Instituto y Paolo se dirigió a la banca donde regularmente se sentaban a platicar, fumar, a sonreír y ser felices; pero esta vez el lugar fue diferente. Lai dirigió al mexicano a un pequeño anfiteatro al aire libre que estaba solo y que los ocultaba de los demás; ya en el lugar, Lai sacó un cigarro de su cajetilla y le convidó uno a Paolo, quien, sintiendo ése sentimiento de temor como cuando sabes que algo va a pasar, lo desfogó preguntado:

 

-Tell me, Lai; is there something wrong?-

 

El invierno golpeaba fuerte en el pecho del mexicano, y eran sus palabras igual de frías como el ambiente que los rodeaba. Lai dio un jalón al cigarro y en seguida exhaló el humo para afuera, un golpe de viento jaló al humo que salía de los labios aún rojos del coreanito, y en seguida, el mismo humo parecía jalar las palabras de la garganta de Lai, porque comenzó a hablar:

-I have something to tell you… this weekend turned my life upside down… and you, little boy, you are my life…, yet…-

Paolo sintió su cuerpo estremecer en ése momento, que no pudo llevar la mano derecha a sus labios sosteniendo el cigarro, el cigarro cayó y él preguntó:

-what do you mean…?-

Lai, quien estaba de pie frente al indefenso mexicano, se sentó a su lado y puso su mano sobre la de su compañero que estaba cubierta por los guantes de Hello Kitty que habían comprado juntos el día que fueron a conocer ésa cafetería. Lai miró al frente a un punto inerte a la distancia, suspiró como queriendo hacer tiempo para evitar lo que ya era inevitable, y continuó:

 

-I have a girlfriend…-

 

Las pupilas de Paolo se ensancharon, dio un trago de saliva a su garganta seca, entonces volvió la mirada hacia el rostro de Lai, mientras retiraba sus manos de las manos de Lai que segundos antes las cubrían. El coreano seguía con la mirada perdida en el infinito, sin titubear:

-What?- preguntó Paolo, pero al mismo tiempo intuyendo la respuesta, desde el fondo de sus sentimientos, ya quebrantados…

Lai, sin dejar a Paolo continuar, levantó la voz que al mismo tiempo se le quebraba -You’re going to go back to Mexico, remember?-

Paolo entonces agachó la mirada al suelo y, mirando aquel cigarro ya apagado por el viento, se sintió culpable; había entrado a un juego que pensó que controlaría, pero ahora le desgarraba el alma por dentro y que se desvanecía como cristales rotos. Sentía que el aire se le iba, no podía respirar bien. Sus labios congelados y secos se movieron:

-How could you…?-

Pero Lai lo interrumpió, -My parents came to Seoul, Paolo; they are already here… they don’t know me the way that you do; actually, no-one knows me as well as you do and, well, one of my parents’ friend is taking her daughter to finish college here in Seoul and, as you may know, in Korea we’re not as free as in America. My parents wanted me to start a relationship with her… Paolo, I had no choice! It is the way it has to be, my children must marry my friends’ children and so theirs, and so on… This is Korea, little boy…-; y se le cortó la voz.

En ése momento, Paolo quiso abrazar al coreano, pero no pudo, le faltaron fuerzas físicas y del corazón; y antes de que la última chispa de la esperanza muriera, quiso preguntar:

-Why don’t you…?-

-…tell ‘em the truth? They don’t have to know, Paolo… because I am not gay, I don’t like boys; I like YOU, no-one else. You came up to my life like a shooting star, a pretty-shinny shooting star, hitting my life and burning it all, settled yourself with all your love and rising a brand, new life; you… you brought me back to life, little boy... You showed me what love really is; love goes beyond gender, love simply knocks you out and reset yourself… I’m not lying every time I say I love you, because I-DO-LOVE-YOU and I can’t feel the same to any other boy, but just for you, Paolo; only you, but… but now you are leaving and…

…and I need to move on-

 



Paolo apenas y pudo articular palabras a pesar del nudo que le bloqueaba la garganta:

-I am so sorry, Lai…-,

-No, there’s no need to feel sorry; being with you has become the most amazing experience in my entire life. I was lost until you came and I am completely sure it was not a coincidence that you came from miles and miles away and, one unexpected day, you stood just right in front of me to show me what love really is… Don’t feel sorry, little boy, because I enjoyed every single moment we spent together…-

Los ojos del coreano parecían estar a punto de llorar, pero la expresión en su rostro era, sin duda, de tranquilidad, estaba en paz, sin temor a nada. Entonces Lai se levantó del lugar, echó su mochila al hombro y se puso de pie frente a Paolo, éste último levantó la mirada y preguntó con toda la franqueza de un niño de cinco años:

-Is this the end?-

Y Lai respondió; -I’m afraid it is…-,

Entonces Paolo se levantó y lo abrazó fuertemente, como deseando que en ése momento todo a su alrededor desapareciera y sólo existieran ellos en un planeta para dos, donde no hubieran personas, ni moral, ni sociedad, ni reglas estúpidas que seguir; pero al voltear alrededor, volvió a su realidad: el comienzo del final.

Los ojos se volvieron a conectar una última vez. Lai tomó a Paolo por las mejillas, los rostros se acercaron, pero justo en el momento en el que los labios secos del mexicano se preparaban para recibir el último beso, los labios de Lai se desviaron a la mejilla derecha; susurrándole al oído como era su costumbre: -I love you-. El coreano echó un paso atrás sin despegar la mirada del rostro de Paolo, se reacomodó la mochila al hombro y, en la intensidad del momento, dio la vuelta y caminó alejándose del lugar. Paolo desvaneció su cuerpo sin fuerzas sobre las escalinatas del lugar, como el cerebro inerte y el corazón roto; pero como en un último grito de fuerzas del corazón, le gritó a la distancia:

 

-Will I ever see you again…?-

 

Lai detuvo sus pasos, levantó la mirada que hasta entonces iba perdida en el suelo, se quedó en pausa para responder, sin volver la vista atrás:

- I don’t know.-

 

…Y Lai se fue.

 

 


vídeo original de ése día


Los tiempos de Dios son perfectos. Las casualidades no existen y las cosas suceden cuando tienen que suceder, cuando el Universo se alinea y los protagonistas están preparados para vivir lo que tengan que vivir; pero del mismo modo, todo termina cuando es necesario, pues nada es eterno, más que el amor, aunque las circunstancias parezcan empeñarse en decir lo contrario. Así que no era coincidencia que, justo en aquel momento en el que todo terminó y que el amor se desvanecía a la distancia, las nubes crecieran y se elevaran a sus puntos más altos para mezclarse con el aire polar y, entonces esas pequeñas gotas de vapor que forman las nubes regresaran al suelo convertidas en hielo; y fuera la fuerza de gravedad la que, a cada metro recorrido en caída libre, esculpiera esas gotas de hielo transformándolas en hermosos copos de nieve que, suavemente empezaron a rozar las mejillas pálidas de Paolo. Había comenzado a nevar.

Paolo miró al cielo y murmuró al viento como esperando llevara el mensaje a su amor de verano que, en esos momentos, ya se había perdido en la inmensidad de Seúl:

 

-I love you too…-

 

Con los pies helados sin ganas de avanzar, caminó entre la gente que, en ése momento salía a las calles para ver caer la nieve que pintaba con blanco lo gris del ambiente; se había propuesto a no llorar entre la gente.

 


Paolo llegó a su departamento como en neutral, ni siquiera se quitó los zapatos para entrar al goshiwon, caminó directo a su habitación y cerró la puerta; levantó la mirada y miró a su habitación, no la reconocía, el momento le hacía sentir que él, no era él, que en ésa habitación faltaba algo, que estaba vacía; pero al mismo tiempo, todo estaba acomodado como cuando Lai estuvo ahí. Quiso tirarse en la cama pero no pudo, pues la cama aún olía al que lo hizo feliz. Entonces miró al balcón y, en un rincón, recargándose al cristal y abrazando un cojín, lloró.

 

Paolo abrió los ojos mirando al cielo gracias a unos rayos radiantes de sol que entraban a través de la ventana de su balcón; sin noción del tiempo, despertó tirado en el suelo de su habitación y, al ver ése azul de cielo y los rayos de sol, pensó que el verano no se había ido nunca y que todo había sido un sueño, pero no, la nieve que estaba por doquier lo trajo de vuelta a su realidad. Se volvió a dejar caer en el suelo y suspiró; entonces miró su reloj y recordó –breakfast at 10…-, aquel día tenía desayuno con Ms. Moon y sus compañeros de Marketing para finalizar el semestre. Eran casi las 9 de la mañana, así que se metió a bañar y se alistó para salir, con la firme esperanza de encontrarse con Lai “por ahí”. Su mejor accesorio desde aquel momento fue una sonrisa fingida para pasar el invierno. Ms. Moon y sus compañeros organizaron una comida en un restaurante cerca del Campus, los ojos de Paolo avanzaban con su cuerpo como buscando algo entre tantos ojos rasgados que pasaban por doquier, pero no veía ese brillo en ellos que tanto deseaba encontrar.

 

Pero el bendito viernes llegó, y con él una llamada que Paolo jamás olvidaría.

 

-Hey Paolo, are you at home?-

Paolo no lo podía creer, era la voz de Lai al teléfono, y sonrió… -Oh my God, yes! Lai, how you’ve been?- Respondió, como si hubiera sido una eternidad los pocos días que habían transcurrido.

-Are you free this evening?-

El corazón de Paolo saltó entre un calor en el pecho como si el verano hubiera vuelto –Absolutely! Where to?-

-This might sound super awkward but I have hope… that you could come with us for dinner tonight…-

-“Us”?- Interrumpió Paolo, con un sentimiento que le estrujó el estómago;

-Yes, my girlfriend wants to meet ya… I talk about you all the time and she wants to know you before we go back to Paju, and before you go back to Mexico…-

Paolo se quedó en silencio, la idea de verlo con alguien más le aterraba y le parecía un tiro de gracia mal plantado que lo haría agonizar, pero esta vez no iba a perder la última oportunidad de verlo a los ojos, de oler su perfume y disfrutar su sonrisa, en un último intento de cambiar ese sabor amargo que le emanaba del corazón…

-Paolo, are you there…?-

-Oh yes, what time?

-8pm, we’ll pick you up, we’re going to a cozy pizza place right next to the Campus…-

-Ok then, so see you at 8…-

-Great! So see ya then...-

…y cortó la llamada.

 

El Verano se había ido junto con el Otoño y era Invierno en su habitación, en ése momento Paolo sintió aquel frío que le llegó a los huesos y encendió aquel calentador adicional que tenía en su habitación para emergencias y, esa era sin duda una emergencia, necesitaba calor en su corazón, pero el calor no se volvió a sentir.

 

A las 8 de la noche estaba Paolo sentadito en la escalinata de la entrada a su departamento, esperando al destino arribar. El outfit elegido fue ese hoodie de Uniqulo que compró en Dongdameun, pero sin duda el plus fue ése acento k-popero enmarcado en su shortcito cortito y medias térmicas para terminar con unos sneakers en forma de botita, casual; mostrando pierna como estrellita del k-pop… pero todo en negro, porque la ocasión lo ameritaba.

 

Y llegó él…

 

…Pero esta vez tomándola a ella de las manos, con esas manos que fueron de Paolo guía y protección todo el tiempo, en todos los caminos y en todos los momentos. Sin duda, la vida y el momento era otro, ya nada sería ni debía ser igual, ahora eran ellos dos, y Paolo un tercer. Pero los ojos no mienten y cuando sus miradas se cruzaron, el brilló volvió, el cielo se despejó y la Luna brilló junto con ellos. –Hey, Paolo!- Gritó Lai, mientras levantaba la mano, volviendo a la mente del mexicano el recuerdo del día en el que lo conoció. Paolo sonrió mientras soltaba un suspiro al viento disfrazado de vaho invernal, entonces se levantó del escalón y Lai lo abrazó; su abrigo olía a CK One de Calvin Klein.


Paolo no habló mucho durante el trayecto, su mente asimilaba el momento en el que el amor ya no le pertenecía, hasta que llegaron a Steak 331 sobre Hoegi-ro 25-gil, un pequeño restaurante decorado todo en madera con un ambiente muy light para los estudiantes, pidieron hamburguesas con grandes pedazos de carne, papas fritas y cerveza, todo para tres; ahí Paolo comenzó a hablar más y el tema principal fue el de ellos dos, en sus aventuras por las calles de Seúl, ambos reían a carcajadas entre suspiros y miradas de confidencialidad; ella sólo los acompañaba, los veía como intentando entender el motivo de tanta felicidad entre ellos, en ése momento ella se había convertido en la tercera.

A las 10 de la noche salieron de Steak 331 con rumbo a la casa de Paolo, ahí se despidieron y aunque Lai se fue con ella, la noche no terminó ahí. El teléfono volvió a sonar…

 

-Come out, Little boy; I’m out of your home with some beers to share…-

En ése mismo momento, una corriente eléctrica invadió el cuerpo de Paolo que lo hizo levantarse como resorte de la alfombra de su habitación, mientras intentaba concentrarse en una meditación fallida. –are you serious?-, respondió Paolo;

 

-Yes, step out!-, Paolo corría como hámster en su jaula, no sabía ni qué hacer ni por dónde salir, se detuvo un segundo para pensar, tomó una chamarra, se puso guantes, tomo celular y cartera y corrió a la salida. En la puerta de cristal ahí estaba Lai, como en los  viejos tiempos, con su sonrisa enmarcando la noche y cervezas, esta vez, sólo para dos.

-what about…?- Preguntó Paolo confundido, pero el coreano lo interrumpió;


-…Her?, she might be sleeping now at her home, damn… Hush boy!- decía Lai, mientras ponía su dedo índice en los labios de Paolo, en señal de silencio, y continuó, -…I want to spend this last night just with you, I don’t care about anybody else but just you…-, entonces Lai lo tomó de la mano, como alguna vez fue su costumbre y se echaron a andar. Caminaron por Imun-ro, Paolo sentía esa misma emoción que siente un niño la primera vez que va a la feria, caminaba como echando brinquitos de la emoción en esas calles repletas de nieve y bajo un cielo estrellado. Cada paso, cada luz de neón en las marquesinas de la calle, cada rincón del barrio volvía a tener un sentido, aunque fuera una despedida. La lata de cerveza duró toda la calle, hasta que entraron a un bar llamado 갬퍼스노래방; sí, ¡karaoke! ¡Y Paolo nunca decía no al Karaoke!

En el bar a media luz, había mesas de pool repletas de chicos universitarios, Lai se acercó a la barra, pidió cervezas en tarro y un tazón enorme de papas a la francesa, con alitas y palomitas de maíz, entonces entraron a una habitación privada junto a una barra de pump-it-up y ahí se encerraron. Lai cambió unos wones por fichas y comenzó la diversión.

Cantaron como nunca, con unas desafinadas peor que Paulina Rubio en vivo, pero la sonrisa lo decía todo: eran felices. Se miraban el uno al otro y cantaban, se dejaban ir por el momento porque en esa cabina ya no existía nadie más que el amor y ellos dos. Las palomitas volaban, Paolo bailó las coreografías de T-Ara y 2ne1, Lai se sabía algunas de Shinee y Super Junior, hasta finalizar con I Love You de 2ne1 que, para ellos significaba mucho; Paolo hacía los coros en inglés y Lai cantaba las estrofas en coreano. De repente, la canción terminó y Lai no se pudo contener, tomó al mexicano por la cintura mientras éste, sorprendido, abrió los ojos para contemplar el rostro de Lai acercándose al suyo y…


Tocaron la puerta. La hora de renta de la cabina de karaoke se había vencido y les avisaban que era el turno de alguien más, así que aquel beso se fue por la puerta que Lai abría mientras le decía al mexicano “shall we go?”.

 

Salían del karaoke bar, cuando una voz se escuchó gritar desde la esquina de la calle: “Paolo!”; entonces éste volteó y vio a aquella alemana que le regaló su amistad desde el primer día en el campus, Alexandra, Paolo la miró y corrió a abrazarla –“what are you doing here?!”-, preguntó el mexicano sorprendido; -“I’m coming from a party at Mary Queen bar, which was super boring and I was going back to the dorm, but then I saw you from the back and I was like ‘I know that sexy walking from behind’ and yes, it was you!”, se rieron a carcajadas mientras Lai los veía con una sonrisa en sus labios, y los interrumpió “anyone thirsty? Let’s have some beers!”, Alexa y Paolo se voltearon a ver el uno al otro sorprendidos y asintieron, entonces Lai los encaminó hacia el 7Eleven más cercano mientras Paolo los presentaba…

-Oh, so you’re Lai! Paolo can’t stop talking about you, man…-

-Really? All bad I hope…-, respondió el coreano.

-But always with a smile upon his face-, y Paolo se sonrojó.

 

Lai entró a la tienda mientras Alexa y Paolo se sentaban en unas mesas sobre la banqueta, algo que particularmente les agradaba de Seúl es que se puede tomar en las calles sin ningún problema. Y mientras Lai escogía las cervezas dentro del 7Eleven, Alexa no se pudo contener:

-Oh my God, he’s so cute, Paolo! You lucky boy!-

-Oh please, don’t tell me…-, respondía Paolo, mientras hacía trizas un pedazo de servilleta que traía en sus manos, mientras continuaba –this is definitely the last time I’m gonna see him, he’s going back to his hometown because of the holidays and I’ll be back to Mexico in about a month…-

Alexa lo miró a los ojos en señal de compasión y simplemente dijo –then enjoy the moment the most that you can, boy; love goes beyond time and no-one will take away those incredible days by his side-, y Paolo miró al suelo, mientras Lai salía de la tienda con varias cervezas, coreanas obviamente, para compartir entre tres.


Ahí pasaron el resto de la noche hasta pasadas las 3 de la mañana, hablando de anécdotas que habían pasado entre los tres; momentos inolvidables que Paolo jamás olvidaría. Así que Alexa se levantó de su asiento y se despidió. Paolo y Lai se perdieron entre la oscuridad de la noche con rumbo al departamento del mexicano y ahí, en esos escalones donde tantas veces se saludaron y se despedían, se decían adiós por última vez.

Después de cruzar algunas palabras y sonrisas sin sentido, Lai volvió a pegar su cuerpo al del mexicano, tomándolo de la cintura con ése deseo que sus ojos encendidos mostraban de simplemente robarle un beso, pero otra vez no se atrevió. Un grupo de chicos caminaba en dirección a ellos y Lai, apenado, despegó su cuerpo de Paolo, le hizo adiós con su mano y se fue aprisa.

Paolo entró al edificio mientras su cabeza lo torturaba diciendo: Es el final.

...y volvió a nevar.


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