After We Make Love - Capítulo 4: 1+1 = 귀요미


 

-¡Wey! ¡El paper!-

 

Gritó Paolo con el mismo estrés que siente una señora un domingo a las 10 de la noche cuando su criatura de segundo de primaria le dice que le pidieron una cartulina para la clase del lunes a las 7 de la mañana, y que si no la lleva, no-en-tra-a-cla-ses.



Lai y Paolo salieron corriendo de la azotea de aquel lugar, entre risas, suspiros y miradas de amor. Llegaron a Hoegi-dong, la avenida principal y tomaron un taxi, subieron y se fueron abrazados todo el trayecto hasta la casa del mexicano. En el trayecto, Paolo confundía las luces de los autos y las mezclaba con las estrellas del cielo mientras veía por la ventana del auto, él sentía que volaba.

 

-So see you tomorrow at school…?- Dijo Paolo como despidiéndose de Lai mientras bajaba del taxi que estaba exactamente frente a aquella puerta de cristal que los veía todos los días despedirse cada que se veían.

Pero Lai respondió; -No way! Let me help you with your paper!-, así que pasó su tarjeta contactless por el scanner del taxi para pagar la corrida y se bajó del taxi, agradeciendo al taxista -고맙습니다!-

El mexicano se sorprendió porque en dos segundos, Lai ya estaba esperándolo en las escaleras del goshiwon –come on, pretty boy; let’s kill this paper!-; Paolo sólo sonrió, lo tomó de la mano y subieron las escaleras.

 

Paolo abrió la puerta de su habitación, encendió la luz y entraron –let me bring something to drink, please be comfy- y salió de la habitación rumbo a la cocina, de donde tomó una cerveza Cass para Lai y una soda Richis de fresa para él, cerró el refrigerador y se recargó en la puerta de él, pensando –is this real?-

Cuando entró a su habitación, la sorpresa: Lai, no contento con conquistar el corazón del mexicanito, ya había instaládose en la habitación; cuando Paolo entró, vio a un ex-marine coreano sentado en su mesa de trabajo, leyendo el avance del paper en la computadora, únicamente ¡en bóxer! Sólo cubierto con una mantita con gorrito de panda que Paolo había comprado en las tiendas de Dongdaemun un fin de semana de shopping k-popero.

-what the heck just happened?- preguntó Paolo, mientras se acercaba a pequeños pasitos, incrédulo, hacia el coreano casi desnudo…

-I’m just reading your paper, but I don’t quite get it…-

Pero Paolo lo interrumpió; -I mean… you’re naked!-

-oh, I’m sorry! Does it bother you?... you said “be comfy”, and I am comfy when I’m naked…-, dijo el coreano un poco apenado,

-oh no, it’s just that…-

-I guess I better dress-up- dijo el coreano mientras intentaba levantarse de la silla,

-oh no! Hell no!, you’re perfect! I mean, that’s perfect…- y Paolo lo regresó a la silla, a prisa, como queriendo regresar el tiempo y no hacer una pregunta tan estúpida, pues la vista era tipo de sueño adolescente. –let me explain you…- y continuó, pero esta vez hablando sólo del paper.

Mientras Paolo destronaba con su speech a esas empresas transnacionales una-a-una, Lai lo miraba atento, en sus ojos se veía un brillo como el de Hernán Cortés cuando descubrió la magia de Tenochtitlán por primera vez; sus labios ni siquiera pensaron en titubear tantito para no perderse cada una de las palabras del mexicanito, pues la conquista ahora era a la inversa, el Nuevo Mundo americano rendía al Imperio Hangul por medio de las palabras. Cuando Paolo terminó de hablar, Lai no pudo decir otra cosa más que:

 

-Wow!-

 



Y después de un suspiro profundo, continuó –I never thought that could happened…-. Paolo argumentaba con pruebas fehacientes que Inditex esclavizaba obreros en el sur de Asia y que además contaminaba los mantos acuíferos con los desechos de tintura tóxica para tela, así que el hecho de generar empleos en el tercer mundo era irrelevante ante el impacto negativo ecológico, social y de salud, además que hacer ropa con un ciclo de vida de seis meses agravaba la cultura del wasting, y por tanto el problema de contaminación ambiental. Argumentó que el hecho de que Tom’s recolectara tenis de segunda mano para donarlos a la gente pobre de África no resolvía el problema de desigualdad social en aquel continente, que al contrario lo agravaba, propiciando una transculturación que atentaba contra las identidades culturales locales, además de convertirlo en el basurero del primer mundo; que África no necesitaba tenis de segunda mano, sino soluciones de cooperación internacional para ayudarlos a salir de la pobreza. Y la joya de la corona fue Coca-Cola, quien si bien tenía un programa de reforestación en México, pero que al mismo tiempo privatizaba mantos acuíferos en su país, tenía nula participación en el gran problema de contaminación de plásticos y que sus productos eran un problema grave de salud social, pues no era coincidencia que México fuera el primer lugar en consumo de Coca-Cola, y al mismo tiempo el país número uno en casos de diabetes.

Lai se quedó en pausa, mientras asimilaba tanta información y le daba un trago a su cerveza… -ok, ok, Little boy… so, Miss Moon is a great teacher, she was my teacher last semester, so let me tell you how you can handle her…- y así pasaron el tiempo haciendo el paper entre los dos, hasta que dieron las 4 de la mañana y Lai se recostó en la cama de Paolo, pues ya estaba cansado. Paolo guardó el documento en su memoria USB de Osito color rosa, su favorita, imprimió el documento para en la mañana sacarle copias, cerró su laptop y apagó la luz.

 

Aún se sentía el calor del verano, así que la puerta corrediza de su balcón se quedó entreabierta; a través de la cortina semitransparente entraba la luz de la luna. Paolo también se desnudó, quedándose  únicamente en bóxer y con una playera de Rilakkuma que compró en Hong Kong ,y se recostó al lado de Lai, sin mover tanto la cama para no despertarlo; sorpresivamente, en ése momento, las manos de Lai abrazaron el cuerpecito de Paolo al sentirlo sobre la cama y el coreano le susurró al oído:

 

-Would you kiss me good-night?-

 

Paolo se sonrojó y se dio la vuelta, para ver de frente el rostro de Lai –yeah, sure…- respondió tímidamente y acercó su rostro poco a poco al de Lai. Paolo lo besó en la mejilla…

-Is that all?- preguntó Lai, poniendo su poker face más auténtica.

Y Paolo, tartamudeando, respondió; –I don’t know if it would be appropriate…-


Entonces Lai, de un salto, se acomodó entre las piernas de Paolo para tenerlo de frente, y lo miró a los ojos:

-why wouldn’t it be, pretty boy? I’ve just told you my deepest secret and showed you everything I feel for you…-

Paolo respondió, -you’re right… but it’s just that…-

-But what?- Lai interrumpió, -Isn’t it what love is about? It took me so much time to accept that I’m fond of you since the very first time I met you, and now I can’t hide it anymore-; Entonces Lai, puso sus manos en las mejillas de Paolo para mantener los rostros de frente y continuó, con las miradas enlazadas y fijas, y le dijo firmemente:

 

-Paolo, I Love You…-



 

En ése momento Paolo sintió como si las constelaciones se hubieran alineado para que del Cielo llegara un rayo de Luz que le atravesó todo el cuerpo, rindiéndolo ante aquel chico que le sostenía el rostro y que lo miraba fijamente con cariño, con deseo, pasión, ternura… con amor. Paolo quedó como programado ante las palabras de Lai, como si hubieran sido la llave perfecta para que el mexicano se entregara totalmente y sin reservas a él…

 

Y Lai besó a Paolo en los labios.


  



Este beso no era igual a los demás. Lai lo besó con más fuerzas y los cuerpos se dejaron llevar, ingrávidos flotaban en la habitación iluminada por la luz de luna que entraba por el balcón. Sus corazones latían cada vez más rápido y sus cuerpos comenzaron a responder instintivamente al deseo natural de la pasión juvenil que los quemaba por dentro. Lai tomó a Paolo entre los brazos y con ganas desnudó su pecho, la playera que segundos antes cubría la piel latina de Paolo ahora estaba aventada en el suelo. Lai comenzó a dejar un camino de besos por el cuello del mexicanito hasta llegar al hombro, beso tras beso, pausadamente y de regreso, mientras Paolo temblaba en los brazos de aquel hombre que ardía en pasión. Cuando los labios del coreano rozaron la nuca del mexicano, éste pegó un suspiro que hizo que las manos que abrazaban su espalda en ése momento, lo apretujaran sensualmente y; por instinto Lai entendió que ahí era el botón para echar a andar esa máquina de pasión latina de 1 metro 65 que también le había robado el corazón. En ése instante giró el pequeño cuerpecito de Paolo para ponerlo boca abajo y contemplar esa espalda que minutos antes había abrazado, igual con amor; dominándolo. Pasó sus manos de abajo hacia arriba y de regreso, como deseando fundirse con él; la piel de Paolo quemaba en deseo las yemas del coreano, un ardor de pasión. Lai desnudó sus glúteos para entonces besarlos y, de nuevo, fue subiendo, poco a poco. En cada beso, Paolo apretujaba las sábanas de la cama donde yacía un alma tendida, deseando dar y sentir el amor del hombre que le dominaba. Llegando a la nuca, Lai hizo una pausa para dejar caer su cuerpo firme, duro y ardiente sobre el de Paolo, la piel parecía fundirse entre ellos y continuó con un último beso en la nuca de Paolo; las pupilas de éste se dilataron, con el cuerpo aprisionado entre la piel blanca de su amor asiático. Sin que Lai siquiera lo esperara, Paolo lo hizo a un lado para ponerlo boca arriba y montarse sobre él; ya no había vuelta atrás. Paolo lo miró fijamente, amenazante, y le dijo:


 –I love you, too-


Entonces se abalanzó con un beso apasionado sobre Lai como un león a su presa; sus manos disfrutaban tocando cada centímetro de la carne y piel de su amante; sus cuerpos se erizaban y se estremecían entre gemidos y suspiros de placer y amor. Paolo levantó su cuerpo para tomar aire y se quedaron viendo fijamente por un instante. Lai entonces dijo:

-I don’t want this to end…-

La mirada pasional de Paolo se borró abruptamente en ése momento, esa frase de Lai le retumbó en la mente, haciéndolo volver a una habitación oscura en medio de una gran ciudad al otro lado del mundo, y entonces preguntó:

-Will this end someday…?-

Lai tomó a Paolo de la cintura para hacerlo a un lado, se levantó de la cama y se acercó al balcón…

-I don’t know… you’ll go back to Mexico next year and… and I’ll stay here, without you…-

El corazón de Paolo que momentos antes se aceleraba como locomotora sin parar, ahora se contraía como una esponja de mar en el sol; se quedó sin palabras. Lai continuó:



-…I’ve never had this feeling for anyone but you, only; and I am sure no other boy will fulfill the place of you. I know you will go back to Mexico someday, but I don’t wanna think about it now, the only thing I don’t wanna miss is this and all the amazing moments with you… I don’t want this moment end…- y Lai, como niño perdido en la calle que encuentra el refugio en la madre que lo encuentra, corrió a los brazos de Paolo, se recargó en su pecho y lo abrazó fuerte; -I just know that I love you, Paolo; you are and will always be the only boy in my life; I’ve never felt this attraction to any other guy but just you…-; Paolo acarició su cabello y le dijo:

-I know I will go home someday, but I don’t want this to end either, so let’s enjoy this and every single moment we spend together. Let’s make a promise, it will always be you and me only, as long as I stay by your side and, if we ever meet again, it’s going to be like the most amazing secret in our lives…-. Lai levantó la mirada hacia los ojos de Paolo, le dijo que lo amaba y sellaron la promesa con un beso.



En la calle, la ciudad ya despertaba y el cielo empezaba de nuevo a tomar su color azul. El reloj marcaba las 6 de la mañana y Lai tenía clase de Mandarín a las 7 en punto. Le costó separarse de los brazos de Paolo pero ahora, así como afuera el día pintaba para ser soleado y radiante, dentro de él sentía un nuevo amanecer también lleno de sol y de vida; así que las cargas del sentimiento se habían quedado en la noche anterior, en una colina boscosa que comenzaba a ser invadida por la mancha urbana, ahora se sentía más motivado para seguir con su vida; así que se levantó de la cama, se despidió con un beso de Paolo y salió a su casa, pues apenas y le daría tiempo para pasar por su mochila, arreglarse un poco y salir corriendo a la Universidad. Paolo tenía clase a las 8 de la mañana y se quedó rodando en su cama, sonriendo y pensando en su amor de Dorama, mientras olía aquella cobija impregnada del perfume de Lai.




 

8 de la mañana y Paolo llegó puntual a su clase de Marketing, con sus botitas al tobillo bien puliditas. Dejó que entrara toda la clase al salón, luego Miss Moon y él detrás de todos ellos, como anticipando que la clase sería suya. Se quitó las gafas Miu-Miu como cuando Soraya Montenegro enfrentó a tía Victoria para pedirle que, de una buena vez, echara a la marginal María la del Barrio de la casa de los De la Vega. Repartió las copias entre sus compañeros y la última, impresa obviamente en color y en hoja opalina delgada, especialmente para la contraparte que lo miraba desde su trinchera en forma de escritorio. Sacó de su mochila su laptop, la conectó al proyector de la clase y, finalmente, del bolsillo de sus jeans sacó la súper poderosa memory-stick de osito color rosa, como si fuera el más poderoso revolver jamás creado; y comenzó la clase. Sus compañeros guardaban silencio mientras sus rostros expresaban con sinceridad una mueca como diciendo “he’s got a point”; y aunque Ms. Moon le cuestionaba por todo como tratando de ponerle pie, el mexicano salía bien librado de cada una de sus preguntas. Al final, Ms. Moon se quedó ca-lla-di-ta; aceptando que las cosas en el tercer mundo son diferentes fuera de la burbuja coreana primermundista. Después de las ovaciones y de dar por terminada la clase, Ms. Moon invitó a Paolo a formar parte de su exclusivo grupo de estudios con alumnos particularmente brillantes del Instituto, para conocer más a fondo el punto de vista de las empresas socialmente responsables:

-…We meet every Friday at the Coffee Bean that’s in front of the HUFS’ library, at 4 p.m., so see you there; please, don’t be late-

-Oh no, I won’t, I’ll be there on time, thank you!-

Paolo fue el último en salir del salón mientras guardaba sus cosas. Finalmente al cerrar la puerta del aula y volver la vista al pasillo, Lai estaba ahí, esperándolo, recargado junto a una vending machine; -so… how was it?-; Paoló corrió hacia él gritando “We did it!”; Lai lo recibió cargándolo por la cintura para luego abrazarlo y decirle –that’s my little boy!, we need to celebrate!-; así que lo tomó de la mano como ya era su costumbre, y salieron corriendo del Instituto.

Lai llevó a Paolo a un café también cerca del Campus, donde hacían una pizza casera increíble, pues sabía que comer pizza era uno de los placeres favoritos del mexicanito. Ya en el lugar y con pizza en mano, Paolo le dio la noticia de que Ms. Moon lo había invitado a su grupo de estudio, así que a las 4 de la tarde iría a la cita con su maestra; -great, pretty boy! Can I walk you home after your meeting? I have training at 4 and I’m done at 6 p.m.-; -sure! We can dine together and then we go home, after your training-, dijo Paolo; -that’s perfect!-; exclamó Lai, emocionado.

 

 


Eran las 6 p.m. de una tarde verano al otro lado del mundo, el cielo estaba totalmente despejado mostrando ése azul intenso que se ve pocas veces. En una banca de las canchas de la HUFS, estaba un jovencito sentado de frente al sol con gafas oscuras que reflejaban los rayos dorados del sol al atardecer; ahí estaba solito, escuchando música con sus audífonos mientras sorbía un frappé venti de mango con fresas, con topping de crema batida y chochitos de colores, muy en su plan, muy coquetamente; con una sonrisita pícara y, a su lado, una bolsita de papel kraft que guardaba algo; ahí estaba él, viendo pasar el tiempo, como esperando al amor. A lo lejos y acercándose hacia él, el amor le llegó en forma de un chico de 1.85 con ojitos rasgados que, al verlo ahí sentado, se le iluminaron y la sonrisa no pudo contenerse en sus labios; con el cabello aún húmedo después de ducharse after-training, dejó su mochila en el césped y, sabiéndose a solas, besó en los labios al jovencito de piel dorada, a quien, por el movimiento, se le cayeron los audífonos de los oídos…

-What are you listening?- preguntaba el coreano mientras se ponía uno de los auriculares en el oído; cuando escuchó la canción, estalló en carcajadas, mientras el mexicano parecía que se hundía en la banca de la vergüenza –you’re kidding me, right?-  exclamó el coreanito mientras se quitaba el audífono del oído; se alcanzaba a oír la canción de Hari, Gwiyomi. Una canción muy infantil y demasiado rosa que fue un ícono del one-hit wonder coreano, pero que tuvo hasta challenges con la coreografía que inundaron el Internet. Paolo se cubrió el rostro, pero del fondo de su corazón le nació cantar la primera estrofa del coro: “1더하기1 귀요미 (1 más 1 es igual a amor bonito), apuntando con el dedo índice a Lai y luego a sí mismo, y formando un corazón con la mano; en ése momento Lai pasó de la risa a la ternura y lo abrazó diciéndole:

 -너는 완전 귀여워!-

-What?-, Respondió Paolo…

Y con una mirada de animé japonés, le respondió –you are so cute, you are so “gwiyomi”, like the song…- y se volvieron a abrazar.

Ya caminando hacia la salida de la Universidad, Paolo le entregó la bolista de papel kraft que guardaba para él –please take it, I bought this icy bubble tea just for you, as I thought you were gonna be thirsty after your soccer training-, era un té helado con bolitas de gomitas de menta y hierbabuena con hielos para hidratarlo, Lai quedó fascinado. –You’re perfect, pretty boy-; y salieron de la universidad a cenar pasta.

 

Después de cenar juntos y llevar a Paolo hasta la entrada de su casa, Lai preguntó si tenía planes para el fin de semana:

-yes baby, we’re gonna go to Everland with these guys from college, the U planned this trip for all the foreigners…-

-I see, not a problem… Everland is fun, do you like amusement parks?-

-I do, I love ‘em!-

-Well, enjoy it; because next week, I’m gonna take you a bigger, funnier one…-

-really? I can’t wait…!-

Lai abrazó a Paolo, lo besó en la mejilla porque aún había gente en la calle y le dijo al oído mientras le tomaba las manos “I miss you already…”

 





Así fue. Al siguiente fin de semana Lai llegó a la entrada del goshiwon de Paolo pitando desde un auto, Paolo salió corriendo con su mochila llena de golosinas, lunch y bebidas para dos. Se la pasaron increíble, a pesar de que los cogió la lluvia por sorpresa de regreso a casa; ambos corrían riendo a carcajadas hacia el auto aparcado en el estacionamiento, saltaban en los charcos de agua, se abrazaban, se demostraban su amor.

En aquellos días, la ciudad fue testigo de una parejita de dos jóvenes que se demostraban su amor a su manera por las calles de Seúl. Entre semana los veías pasando el tiempo juntos después del colegio, en las bancas, en las jardineras, en la biblioteca, afuera comiendo juntos,  o simplemente caminando sin rumbo, pero siempre sonriendo y tomados de la mano; ellos dos solitos, pues no necesitaban de nadie más. Los fines de semana no eran menos excepcionales, los veías dentro y fuera de la ciudad, conociendo y conociéndose, disfrutando y disfrutándose, viviendo su amor secreto. Corriendo entre los callejones de Bukchon Hanok Village, el Viejo Seúl; caminando entre las vastas arboledas de Namiseom Island, tomándose fotos en los 7 palacios del Imperio Hangul, haciendo meditación en el templo budista de Gangnam, comiendo pastelillos de merengue rosa en el Hello Kitty café, o simplemente viendo el atardecer desde el Monte Namsan a los pies de la N Seoul Tower mientras comían helado, después de sellar su amor con un candado en las rejas del parque, al mero estilo francés de los puentes del río Sena.

 


El verano terminó y el otoño llegó pero el amor seguía floreciendo. El 11 de Noviembre, a la salida del colegio, Lai le regaló una caja de Pepero sticks, como era la costumbre en el “día del amor coreano”, regalar palitos de pepero a esa persona especial, para después salir a caminar por la Riviera del río Cheonggyecheon, entre amor, luces y mucho color; para después coronar la aventura viendo el festival de fuegos pirotécnicos a orillas del río Han, desde Yeoido Island.

 

Y así pasaron los días en una burbuja de amor intenso como aquellas de las que sólo los asiáticos pueden contar a través de sus doramas, hasta que…



CONTINUARÁ... (PARTE 5, MUY PRONTO)



LEER: AFTER WE MAKE LOVE - CAPÍTULO 1: CON LOS OJOS CERRADOS

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