El Muerto Sin Pies




Esa noche la habíamos pasado muy bien. Diana pasó por mí en su camioneta por la tarde para irnos a una fiesta por el rumbo de Atengo.

Aquella noche tomamos alcohol pero sólo un poco, ya que Diana iba a manejar y yo tenía que llegar temprano a casa. El tiempo se fue rápido y cuando notamos, ya era un poco más de la media noche.

"Ya vámonos, mana" - me dijo Diana con sus ojos grandes haciéndome entender de que ya se nos había hecho tarde. Nos subimos a su camioneta y manejamos entre la noche. Era por allá del 2010 y por aquellos entonces aún podías andar por las calles de Tezontepec sin temor a que alguna balacera se pudiera soltar, esa era una verdadera vida de provincia, tranquila y en paz.

Como es típico cada vez que estamos juntas, el chisme no podía faltar. Ella me iba platicando de su novio, ahora su marido, y demás cosas de ex-compañeros de la Prepa. La noche era fresca y la luna estaba tan enorme y brillante que su luz permitía ver de una manera muy clara dentro de la noche. Salimos de Atengo y entramos a Achichilco, y con ello su columpio de carretera obligado para quien transita por ahí; subimos y bajamos hasta cruzar al otro extremo de la peña con rumbo a mi casa, en el centro del pueblo. Pasamos una curva hacia la izquierda, sobre el puente del Canal Requena; como era de noche, el agua que salía caliente por la presión del sifón hacía que se desprendiera vapor de agua al contacto con lo fresco del ambiente. Fue ahí cuando se nos ocurrió decir de broma:

-"¿te imaginas que sobre el agua y con la bruma, nos saliera la Llorona?"-,

En el pueblo y entre los llanos y milpas, eso es algo muy común; algunas personas piensan que son inventos de la gente, pues cómo puede ser que un mismo ente se aparezca casi simultáneamente en todo el país. Lo que sí es real es que la energía se manifiesta de distintas formas, y en cada lugar se le puede llamar de formas diferentes; así que hay que tener cuidado con lo que pensamos, porque lo podemos atraer, es Ley Natural de la Vida, la Ley de Atracción.

En aquellos días, tenía poco tiempo que Diana había comenzado a manejar y siempre ha sido muy precavida y responsable, por eso no íbamos pedas, a esa hora lo poco que tomamos ya se nos había bajado. En la recta final para llegar al entronque de los Tepetates, a la distancia, algo llamó nuestra atención, se veía cómo del lado izquierdo de la carretera iba una persona caminando, pero a un paso arrítmico, inerte. Las dos nos dimos cuenta al mismo tiempo y no le pusimos mucha atención porque estaba más entretenido el chisme, en cualquier caso podía ser algún sembrador que iba a abrir el paso de agua hacia su cosecha.

Conforme nos íbamos acercando a él, la luna y la luz de su camioneta lo iluminaban y nosotras lo distinguíamos mejor, al mismo tiempo que nos fuimos quedando calladas porque aquel ente iba dominando nuestra atención a cada giro de las llantas.

Cuando pasamos junto a él, sentimos esa ansiedad que te baja la presión y hace que sudes frío, nos dimos cuenta que sus ropas estaban rasgadas, parecía que su cuerpo estaba ensangrentado y, lo más impactante de todo fue notar que...

¡no tenía pies!


Así como bajaba su pantalón a nivel de la bastilla, no había nada. Diana aceleró la camioneta como tratando de salir de él; y así, instantáneamente al pasarle al lado y rebasarlo, Diana volteó por el retrovisor y yo giré mi cabeza hacia atrás para darnos cuenta que aquel ente que segundos antes vimos con claridad y que nos aceleró el pulso, ya había desaparecido.

Nos quedamos viendo una a la otra sin dar crédito a lo que segundos antes habíamos visto, con el rostro pálido y las manos heladas.

Se cuenta que cuando alguien muere de manera rápida como en accidentes de carretera, su conciencia no se da cuenta que ya no tiene vida, a lo que su alma puede permanecer en este plano por el tiempo que le tome entender y aceptar su muerte. Otras veces la consecuencia es peor, porque los humanos tenemos esa dualidad de hacer el bien y hacer el mal, aceptar un destino o renegar de él, y hay personas que, cuando mueren en carretera, su decisión es quedarse vagando en este plano para que otros paguen por el destino que nunca eligió, ocasionando accidentes fatales, esperando que otros corran con su misma suerte.

Sea la razón que sea, aquella noche Diana y yo nunca entendimos qué fue aquello que encontramos vagando en una carretera sola después de la media noche, lo que sí entendemos es que lo que vimos no era de este plano dimensional y ella y yo no nos íbamos a quedar a investigar, salimos de la escena en seguida con el corazón latiendo a full pero como si no bombeara sangre porque íbamos pálidas del susto.

Diana me dejó en casa y ella siguió su camino,

Sola.




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