Y ahí estaba yo, con todos mis
miedos, con todos mis temores, esperándolo en la salida del metro. Mil ideas
daban vueltas y vueltas en mi cabeza, preguntas que, tal vez unos minutos
después, tendrían una respuesta. La puntualidad es mi virtud y ahí estuve minutos
antes de la hora acordada, esperándolo en los torniquetes, quise salir por un
momento a la avenida, pero el sol estaba muy intenso, así que espere dentro de
la estación, viendo pasar a aquellos alumnos de la secundaria que estaba cerca.
-Hola… ¿Adrián?- No pude aguantar la tentación y le llamé al
celular, pues ya pasaban 10 minutos después de la hora acordada; -discúlpame nena, salí tarde de la
universidad, pero ya estoy en camino…- y lo esperé. Mis nervios crecían al
compás del reloj, salí de la estación por un cigarro, luego regresé, pasaron 5
minutos y ahí estaba él, frente a mí, tal y como lo vi en aquella foto en
Internet, sonreí, nos saludamos con un abrazo y caminamos a aquel parque.
Qué lindo se veía con aquella
playera pegada a su cuerpo y su mochila de estudiante, yo en mi plan de diva
(como siempre) con gafas y mi bolso al hombro, alaciado perfecto y fresca
gracias a Coty y sus fragancias after shower. Caminamos por el parque mientras
nos conocíamos más allá de aquellos chats en línea. Era lindo y aunque éramos
muy diferentes, la química nos unió. Mi mundo rosa complementaba su mundo de
rudeza, yo como de todo y duermo como si un hubiera mañana, él es un
responsable, con trabajo fijo, uno propio y estudiante fulltime, además que
preocupado por su figura en dieta rígida y ejercicio diario. Amé cuando por
error toqué sus bíceps, eran duritos y me sentí protegida… con sus palabras,
con su presencia, su mirada. Me flechó.
Los días pasaron y nos conocíamos
más, y aunque me costaba entender su vida tan ocupada y que le costaba
regalarme 5 minutos al día por un mensaje de WhatsApp, yo seguía ahí, esperando
el día que dijo que se declararía con flores. Adrián conoció todo de mí,
absolutamente todo: mis secretos, mis deseos, mis frustraciones, mis
debilidades, mis gustos, mis errores, mis perversiones, mis hábitos, todo;
pocas veces me abro tan plenamente, pero Adrián me interesaba, en verdad me
interesaba, pero…
Un día desapareció.
Se fue, sin decir más, sin
despedirse, sin nada; simplemente se fue.
“Mi corazón estalla del dolor, cómo evitar que se fracture en mí,
acostumbrado estás tanto al amor que no lo ves, yo nunca he estado así…”
Nunca supe por qué, me hubiera
gustado saberlo, mínimo saber una razón, una explicación. Le llamé y me bloqueó
por todos los medios posibles de un día para otro y yo me quedé así, con esa
incertidumbre y consolando al corazón, un corazón que tuvo que despojar de raíz
todo aquello que él creó, que prometió con un “algún día” que nunca llegó, que
se esfumó sin ninguna razón.
“si de casualidad me ves llorando un poco es porque yo te quiero a ti…”
Sí, yo quería hacer todas esas
promesas realidad, contigo. Yo quería salir contigo a cenar como te lo dije
aquella vez que lo prometí; yo quería volver a aquel parque, en aquella banca y
esos árboles, un día soleado como lo fue aquel día, volver invitarte a mi casa
y hacerte de cenar; yo quería tomarte de la mano, quería ése beso que un día
prometiste robar. Sí, yo sí lo quería, pero como siempre, nunca es suficiente…
“Y tú te vas… jugando a enamorar, todas las ilusiones vagabundas que se
dejan alcanzar, y no verás que lo que yo te ofrezco es algo incondicional…
incondicional.”
Y te fuiste, sin importarte nada
de lo que sentía, sin siquiera tener un poco de compasión y darme una
explicación, una oportunidad para hablar, un adiós. Pero no, nada de mi fue
suficiente para ti.
“Y tú te vas, jugando a enamorar, te enredas por las noches entre
historias que nunca tienen final…”
En las noches me acosa tu
recuerdo, mis dudas, mis resentimientos, mis ganas de saber un maldito “por qué”;
mi corazón me traiciona y te trae a mi mente, un deseo frustrado que nunca se
consumó y sueños que son retazos sin arreglo de un cristal que se llamó
ilusión.
“Te perderás dentro de mis
recuerdos por haberme hecho llorar…”
Adiós.
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